martes, 11 de junio de 2013

En el departamento de Córdoba, como corregimiento número uno del municipio de Santa Cruz de Lorica se halla el pueblo de San Sebastián de Urabá, plegado a la ciénaga grande…con el mismo nombre del municipio. A una hora aproximada del también municipio de Santiago de Tolú, puerto sobre el Mar Caribe en el departamento de Sucre, donde resido y desde donde partía hacia aquel con la intención de compartir un pedazo de tarde del jueves 6 de junio con los alfareros del poblado en referencia, descendientes de los Zenúes, específicamente del otrora cacicazgo Finzenú, como contribución a la ejecución de un hermoso proyecto que preside la Fundación …, con el propósito de re-potenciar los vínculos de solidaridad entre los artesanos  de la alfarería en torno a esta legendaria actividad, legado de sus mayores antepasados, a través de la cual se testimonia la continuidad de una tradición que mantiene viva la memoria de una de las facetas laborioso-artísticas de la cultura pre-colombina de los Zenúes correspondiente a  uno de los núcleos poblacionales ubicados en los márgenes del río Sinú donde desplegó su organización compleja los Finzenúes, uno de los tres epicentros de la cultura Zenú junto a Panzenú y Zenufanes, entre los que se desarrolló una fluida y rica relación de intercambios en los ámbitos más diversa de las actividades humanas correspondiente a un nivel incipiente del desarrollo de las comunidades indígenas previo a la empresa invasora del imperio Español y sus competidores europeos.
Puedo decir que ya conocía a los más notables artesanos del pueblo como a la señora representante legal de la fundación aludida líneas arriba en virtud a  las referencias de la antropóloga Ritzy K. Medina Cuentas, profesional a cargo de la investigación y la relatoría del proyecto en marcha, ya por vía oral, ya a través de los avances de su narrativa etnográfica.
Debo reconocer que, al momento de formalizar la relación personal con los artesanos organizados en la Asociación de artesanos “La piedra de alizar” del pueblo de San Sebastián de Urabá, Córdoba, y con la presidenta de la Fundación para el apoyo y sostenibilidad de la Escuela de orientación y formación artística para el desarrollo humano (FUNDAEOFAH), gestora cultural Francisca López D. -previo a la charla concertada-, de mi cabeza emergía fresca como las filigranas de la ciénaga grande  de Lorica, a lo platónico, las notas definitorias de las fisonomías y perfiles humanos de mis interlocutores reunidos en caseta abierta y techo parcial de zinc. Tomás R. Argumedo, Ronald de J. Correa, Ligia Susana, Georgina, William y la señora Inés, entre otros (…).
Fue un acontecimiento, al tiempo que social, de índole subjetivo, maravillosamente empático, que asociado a la admiración y al respeto por el otro (en una relación de iguales),  devino en encuentro esencial de orden comunicativo que resultó profundamente gratificante y enriquecedor para las partes. El introito estuvo a cargo de la naturaleza con un sorpresivo chaparrón y su tamborear rítmico plural.
Reafirmar una afortunada raíz común en los artesanos alfareros de San Sebastián de Urabá, ligamen de una génesis étnico-cultura compartida en el mismo escenario geográfico después de seis siglos, se constituyó en activo que vivificó el espíritu de los asistentes, vinculado ésta a un horizonte con la dinámica de hoy y la perspectiva creativa y renovadora del hombre contemporáneo en San Sebastián de Urabá para conferirle vigencia a una actividad cuyo producto goza de la más auténtica de las improntas artesanales. Impronta basada en la erótica de las manos de núcleos familiares laboriosos y el barro, en la que concurren a la vez,  instrumental de trabajo elaborado por la misma comunidad de artesanos, que es  memorable homenaje a los fundadores de un otrora universo cultural a través del acontecer cotidiano de un pueblo que mantiene viva la memoria de su ascendiente portentoso: La rama Finzenú del tronco común Zenú. 
De tal cometido se ha  derivar una pertinaz práctica de gestión organizacional, incorporando sueños a la acción, y éstos en tanto actitud se tornen inversión para trasformar. En tal dirección, tareas pequeñas no hay. Y todos devienen en importantes. Por propia iniciativa corresponde hacer cosas y diligenciar otras: Desde una valla y un monumento a la alfarería en la variante de la carretera (destapado) que conduce al pueblo, hasta la asunción de alianzas estratégicas con autoridades, institución educativa, organizaciones no gubernamentales, hasta conseguir realizaciones a favor de la comunidad, de la ciudadanía, de la célula corregimental y de su convivencia, protegiendo lo saludable de la vida elemental y las buenas costumbres.
Mis estímulos y energía solidaria para Francisca -mujer de voluntad insobornable y onírica visionaria-, y a los artesanos todos con sus líderes de recia e integra personalidad no divorciados del trajín y los afanes diarios de la comunidad. 


Ramiro del Cristo Medina Pérez
                                         Ciudadano educador.




Santiago de Tolú, junio 9 - 2013